lunes, 29 de marzo de 2010

Una fábula??....

Esta es la historia de Nicolás.

Nicolás era un chico soñador con grandes ilusiones y esperanzas, y el más grande de sus sueños era ser ciclista. Tanto se obsesionó con ello que lo único que hacía era montar en bicicleta, dejando de lado otras ilusiones y otros sueños. Montaba día tras día, semana tras semana, hasta que un día se cayó. Pero esta vez no eran solo arañazos y magulladuras como en caídas anteriores. Esta vez su tobillo se rompió. Jamás volvería a montar en bicicleta. Tuvo que guardar reposo durante mucho tiempo, tanto que se olvidó de la caricia del aire en la cara y de la velocidad de los caminos a lomos de su caballo de hierro. Se dedicó a ojear muchos libros de paisajes y animales... y aquello le fascinó. Y decidió ser escritor, pero no había ido a la escuela durante tanto tiempo que apenas sabía leer y mucho menos escribir. Intentó aprender pero nadie le enseñaba. Para poder aprender tuvo que apuntarse a una academia, y para poder pagar esa academia tuvo que ponerse a trabajar. Entró en una lavandería donde trabajó muchos años y aprendió a leer y escribir perfectamente, pero ya no le quedaba tiempo para ser escritor. Allí conoció a una chica de la cual se enamoró. Fueron novios y decidieron casarse. Para poder vivir tuvo que buscar otro trabajo y se hizo albañil. Cada mañana se levantaba cuando apenas había amanecido y se marchaba a la obra. Volvía todos los días cuando anochecía, con las manos destrozadas por el trabajo, su antiguo tobillo renqueante y el cuerpo destrozado. Y así pasaron los años.Una noche cuando llegó a su casa la encontró vacía. Su mujer se había marchado, no se había llevado nada, solo su presencia, lo único por lo que cada día Nicolás se levantaba y se iba a trabajar.Al día siguiente Nicolás fue a la obra como cada día, subió hasta lo mas alto de aquel tejado y se dejo caer sin pensarlo, sin arrepentirse por ello ni un momento, uno de sus antiguos y olvidados sueños de siempre había sido volar. Apenas noto el impacto contra el suelo, y cuando los compañeros del trabajo se acercaron a el para socorrerle, uno le abrazaba y le decía, "¡¡Aguanta, no te vayas!!, ¡¡Dime algo Nicolás!!", el solo pudo decir antes de que el ultimo aliento le abandonara, "Nunca debí ser ciclista".